Qué es la vida
sino una sucesión de catástrofes.
El loco canta con su cara al sur
y un réquiem reverbera
como letanía.
Frente al cacique, nuestros brazos caen
flaquean las rodillas.
Y sobre los fogones
no hay más que sueños
y estiércol afuera
donde se amasa la masa.
Adustos rostros
venden caro su estoicismo.
-El llanto es para los ricos,
la soledad para los santos-
Pero rumbo al sur
donde las sombras desaparecen
florecen cual quimeras
nuestros ritos.
El silencio de los niños, ensordece.
Los ríos gritan.
Las calles callan.
Y qué es la vida
sino una sucesión de atroces ideas
ciudades de ellas,
desiertos, otras.
Cuánto se pierde en el oficio de entender.
Cuánto se gana en la flagrancia idílica.
Y sobre los fogones
solo vidas enclaustradas
de pueblos que se niegan a morir
que con sus ancestros
son umbral de este presente.
Qué es la muerte
para el que de frente, la mira.
Qué es la vida para el que se acuna a su espalda…
sino una sucesión de catástrofes.
El loco canta con su cara al sur
y un réquiem reverbera
como letanía.
Frente al cacique, nuestros brazos caen
flaquean las rodillas.
Y sobre los fogones
no hay más que sueños
y estiércol afuera
donde se amasa la masa.
Adustos rostros
venden caro su estoicismo.
-El llanto es para los ricos,
la soledad para los santos-
Pero rumbo al sur
donde las sombras desaparecen
florecen cual quimeras
nuestros ritos.
El silencio de los niños, ensordece.
Los ríos gritan.
Las calles callan.
Y qué es la vida
sino una sucesión de atroces ideas
ciudades de ellas,
desiertos, otras.
Cuánto se pierde en el oficio de entender.
Cuánto se gana en la flagrancia idílica.
Y sobre los fogones
solo vidas enclaustradas
de pueblos que se niegan a morir
que con sus ancestros
son umbral de este presente.
Qué es la muerte
para el que de frente, la mira.
Qué es la vida para el que se acuna a su espalda…
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