Estaba impaciente como siempre, mordía el lápiz, miraba a uno y otro lado, esperar no era su fuerte. Nunca lo había sido Abrió la libreta, hizo un par de trazos, la luz era buena a esa hora del día. Mirar con los ojos a veces no es suficiente, pensaba, hay que hacerlo con la piel y el olfato y entonces pensó en ella... ella, siempre ella.
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