Mi lista de blogs

sábado, 1 de junio de 2013

BELSASAR



El reloj marcaba las tres cuando despertó. Dos noches atrás el insomnio lo había abatido, pensaba que si se prolongaba un día más, no lo podría soport...ar.
Tenía sed.
Ella lo había terminado de manera abrupta, inesperada.
Esto no está bien Belsasar, había dicho, todo este tiempo junto a ti me ha dejado, hasta hoy, sin saber quién eres. A veces siento como si tuvieras una vida oculta, a veces de repente, ante mis ojos, no te reconozco. Esto debe terminar, la vida es ya demasiado complicada como para quedarme aquí a resolver este dilema, lo siento, dijo al final, más como un mohín que como un dolor sincero.

Se quedó un rato allí, observando aquel callejón solitario, tan solitario como ahora se sentía, ella lo había terminado y enmedio de aquella desolación también sentía que le había transformado la vida.

La sed continuaba.
De camino a la cocina, lo olió, sus fosas, como radares, se ensancharon y quedó pasmado, por un segundo, inerte. Lo descubrió luego, al final de la escalera. De un salto llegó. El infortunado animal, huyó despavorido.

La luz de la madrugada penetraba difusa por las cortinas y en aquella amplia estancia los personajes corrían. El uno, apercibiéndose en cualquier recoveco, el otro, descubriéndolo y obligándolo a salir. En esa frenética carrera, la presa se pierde, dejando a Belsasar cuadrúpedo, excitado, resoplando fatigosamente, escudriñando con aquella mirada semejante a una visión panóptica, cada espacio. Cualquier leve movimiento, sin duda lo percibiría.

La presa, justo a un costado, cansada igual, muerta de miedo, con aquella esperanza de librarse, de huir -sin escapatoria- emprende de nuevo su loca carrera. Belsasar la ve con el rabo del ojo. Gira. Manos y pies del suelo despega y así, en el aire, la toma por la cola.

¡Te atrapé! grita, la presa maúlla, brama, chilla, se retuerce continúa retorciéndose mientras él lo recompone entre sus manos.
¿Por qué me huyes? pregunta con voz melosa, lo mira a los ojos, la presa se calma, la acurruca en su seno, la acaricia. La presa ronronea.

Vuelven a la cocina.
Aquella noche es luna llena pero el hechizo que lo transformaba parece haber desaparecido.

Ahora atrapa a la presa… sin comérsela.

MARÍA ICÓNICA

No hay comentarios:

Publicar un comentario